Libertad

Había estado bien recuperar la «libertad» y volver al trabajo, a salir y a entrar, a alternar con los compañeros, a entrenar, incluso a flirtear y sentirse atractivo e interesante. Pero a la hora de la verdad, cuando solo quedaba cerrar los ojos y abrir la mente, continuaba sintiéndose igual de triste, solo e insignificante, y más en las fechas y con las restricciones que se avecinaban.

Se dio cuenta de que estar encerrado en casa no era el problema; estar encerrado en sí mismo y pretender seguir abrazando fantasmas, sí que lo era.