A medida que la intensidad de aquella especie de reencuentro se iba disipando, él se hacía más consciente de lo vacía que estaba su vida. Sus días eran una sucesión de trabajo y gimnasio, e incluso tenía que estar agradecido por tener ambas cosas.
Pero echaba de menos sentir, emocionarse, planear, contar los minutos, notar el corazón a punto de salirse del pecho… La echaba de menos a Ella, echaba de menos amar.