… Y, sin embargo, mataría por otra noche de Sus ojos mirándole como solo sus ojos eran capaces de atravesarle; por otra noche de Su perfume inundando por completo su nariz, por mantenerse en las distancias cortas; por otra noche de Sus manos apoyadas en cualquier parte de él mucho más tiempo del debido; por otra noche de tratar de mantener las apariencias, de disimular la pasión y el deseo.
Por otra noche de amarse, aunque fuera en secreto.