Había estallado la tormenta del siglo, aquella que se había estado fraguando durante años, aquella que amenazaba con demoler todo su mundo y obligarle a empezar de cero.
La pregunta era si esta vez estaría dispuesto a plantarle cara y asumir el reto, si aferraría el timón del barco de su vida con todas sus fuerzas y cambiaría su rumbo para intentar dejar de sentirse la persona más triste e infeliz sobre la faz de la tierra.