Ya no podía seguir posponiéndolo más, necesitaba dar un golpe de timón a su vida: buscar nuevos proyectos e ilusiones, tender nuevos puentes y derribar los viejos, orientar su mirada a aquellas cosas, grandes o pequeñas, que le hicieran un poquito feliz, porque él también se lo merecía.
Y sin embargo, cada noche, en ese extraño momento justo antes de dormir en que la conciencia se encuentra entre dos mundos, justo en la frontera entre lo real y lo soñado, la última imagen que seguía en su mente era la de Ella.