Punzada

Volvía a casa de hacer recados, y al detenerse en un paso de peatones vio que era Ella quien cruzaba, acompañada de Su familia. Supuso que iban a tomarse la cervecita de los sábados, como tantas veces habían hecho juntos. Pero hacía meses que aquello había cambiado, que ni de un lado ni del otro se proponía quedar, y la distancia amenazaba con empezar a ser demasiado grande para poder ser salvada.

Por eso volvió a sentir la misma punzada en el corazón, aquella que le impedía sonreír durante horas, aquella que le empujó a escribir después de días de sequía. La misma punzada en el corazón que sentiría el resto de su vida cada vez que algo le recordase a Ella.