En días como aquel, en que su vida amanecía del revés y con el paso de las horas todo lo que podía ir mal salía peor, lo único que deseaba era agarrar una maza de cinco kilos y echarse a la calle para derrumbar cuanto se encontrara a su paso.
Luego pensaba en Ella, en cómo había terminado todo, y soñaba con poder volver a casa y cambiar la maza por una gatling gun.