Después de recoger la cocina y hacer la maleta para volver a casa al día siguiente, decidió sentarse a enredar con el móvil antes de irse a la cama. Quizá fue por el cansancio acumulado durante seis días pateando toda la comarca, quizá por las pocas horas de sueño, o quizá por andar despistado con la guardia baja, pero se encontró de repente con aquella foto que solo duraba 15 segundos, pero que le noqueó como un directo a la nariz. Su belleza, Su sonrisa insinuante, Su mirada arqueando levemente la ceja, Su pose de brindis descuidado… Simplemente sublime, superior.
Y mientras él trataba desesperadamente de encontrar el aire para volver a respirar, se dio cuenta de que más le valía aprender a caer minimizando los daños, porque cada vez que la viera se iba a ir de bruces directo a la lona. Sin poder esquivar, sin remedio.