Realidad

No quería salir. No quería recuperar la normalidad. No quería que volvieran las cañas, los restaurantes, los licores de media tarde, la cenas de sábado noche. No quería zambullirse en la nueva normalidad, pero tampoco en la antigua.

Encerrado en casa, sin posibilidad ninguna de verse o tener contacto, era muy fácil tomar grandes decisiones, mantener la cabeza alta, bloquear los sentimientos y autoconvencerse de que todo había acabado. Pero ahora que se acercaba el momento de demostrarlo, el color era bien distinto.

Por eso debía de ser la única persona en el mundo que rezaba para que no acabara el confinamiento, y por una razón muy sencilla: no quería enfrentarse a una realidad sin Ella.