Opciones

Había llegado otro fin de semana, y él volvía a perder el sueño ante una cosa tan tonta como salir a tomar unas cervezas a mediodía. Hasta hacía apenas un mes, era casi habitual que quedaran para tal menester, pero desde que todo se empezó a torcer, las veces que habían coincidido habían sido escasas, y siempre por mediación de otra gente. Por eso, no sabía cuál de las dos posibilidades que se le presentaban al día siguiente le causaba mayor inquietud: que Ella no se presentara (o directamente no contestase) a la quedada del día siguiente, lo que podría significar que existía un problema de verdad; o que sí se presentara, y entonces él tendría que averiguar si ya estaba preparado para comportarse como si no le doliera tanto Su silencio y no se estuviera muriendo por dentro.

Así pues, veía pasar las horas de la noche en el reloj de su mesilla, tratando de decidir cuál de las dos opciones sería la menos mala.