Nada de nada

Tres días después de aquella última mirada, Ella seguía sin dar señales de vida. Ni una palabra, ni un mensaje, nada de nada. Echó un último vistazo al móvil ya sentado en el coche, a punto de partir de nuevo rumbo al destierro. Se habría conformado con cualquier cosa, incluso con un emoji de aquellos con Su cara, y el miedo por su realidad a punto de desmoronarse del todo habría sido menos.

Pero Ella llevaba tres días sin dar señales de vida, nada de nada. Y así, no había quien se enjugara las lágrimas.