Ellos dos no iban a terminar juntos, lo había asumido mucho tiempo atrás. Pero también estaba seguro de que aquel magnetismo, aquella tensión, aquel vínculo que los mantenía unidos no se resolvería hasta que, al menos una vez, se vieran entre los brazos del otro, dispuestos a dejarse llevar sin pensar en nada más que no fueran los ojos y los labios que tuvieran delante. Sólo así descubrirán si realmente estaban hechos el uno para el otro, o si si conexión era solo el resultado de una pasión reprimida durante demasiados años.
Así pues, su único propósito para el nuevo año, el único deseo que iba a pedir lanzando un farolillo al cielo nocturno, brindando tras las doce uvas o soplando las velas, sería conseguir que se besaran de una maldita vez, aunque solo fuera por salir de dudas.