Se iba todo el puente de casa rural con toda la antigua pandilla, y lo estaba deseando. Sentía que necesitaba unos días de desconectar, de salir de su mundo oscuro para llenarse la cabeza con otras personas, con otras historias, con cosas mundanas y sencillas.
Ella no iba a estar, tenía un compromiso familiar previo. Y él, por una vez, se alegraba: siempre era mucho más fácil echar de menos a distancia que en persona.