Justo estaba escribiendo sobre cómo Ella había aparecido por sorpresa cuando no se la esperaba, cansada y afónica, y aún así se había hecho la luz, cuando recibió un mensaje que lo cambió todo: pese a que había intentado por todos los medios organizar una velada de despedida, anunciándola con antelación y previendo todos los detalles, la playa parecía tener más tirón. Estaba claro que cada cual tenía sus motivaciones y sus preferencias, pero marcharse al destierro con otro bocado amargo más en la boca iba a ser francamente desalentador.
Y luego se preguntaba por qué le costaba tanto sonreír.