Por una vez, Ella había venido al rescate. Había hecho un esfuerzo, se había quitado horas de sueño, con tal de acompañarle en sus horas más bajas. Le había mirado con ternura, le había hablado con dulzura, le había consolado con cariño. Y, durante un rato, su futuro le había parecido gris muy oscuro, en vez de negro.
Ella no le amaba, él no era especial para Ella, pero alguna huella sí que había dejado en Su corazón. Al menos podría llevarse aquel insignificante trofeo consigo cuando, en apenas un mes, la perdiera del todo y para siempre.