Instante

Estaba tan concentrado en la recta final de sus estudios, que parecía no tener tiempo para pensar en Ella, y mucho menos para ponerlo por escrito. Pero no era cierto: seguía pensando en Ella cada minuto de cada hora de cada día de su vida. La diferencia era que se obligaba a confinar sus sentimientos en las mazmorras de sus entrañas, para así poder disponer de todo su tiempo sin distracciones.

Pero luego, sin esperarlo, empezaban a llegar Sus mensajes preocupándose por él, y todo el plan se le venía abajo, y sonreía durante el instante en que volvía a soñar. Y, después de aquel instante, bajada a las mazmorras y vuelta a empezar.