Luchaba con todas sus fuerzas por mantener la cabeza hundida entre sus temas, resúmenes y programaciones, pero sabía que Ella estaba allí, a escasos cien metros de distancia, y que sólo tenía que apartar la cortina de su ventana y asomarse para verla sentada en un velador, tomando algo tranquilamente con otra gente. Y si, además, empezaba a vibrar su móvil con mensajes entrantes…
Al final, consiguió asomarse a la ventana solo tres veces. Gran triunfo, sólo tres.