Accidente

Con el ritmo de vida que llevaba, dormir poco ya era malo; pero tener pesadillas, si encima eran como aquella, ya le dejaba planchado para el resto del día: soñó que volvía a casa conduciendo por la misma carretera todos los días, pero, de pronto, se encontró con un accidente de otro vehículo. Aminoró la velocidad, trayendo de evaluar si era necesario detenerse para prestar ayuda, cuando reconoció el modelo y color del vehículo, y la matrícula terminó de confirmar su sospecha: ¡era Ella!

Se detuvo en seco, bajó de su coche y corrió al Suyo, cuya mitad frontal estaba totalmente destrozada. Ella estaba tumbada en el suelo, acompañada por otra persona, con la cara y la ropa ensangrentadas. Él se arrodilló a toda prisa a su lado y la tomó en sus brazos con todo el cuidado que pudo, procurando casi no moverla, mientras gritaba su nombre histéricamente. Ella reconoció su voz, le miró con los ojos apenas entreabiertos, y sonrió un poco al tiempo que apretaba una pizca su mano, como dando a entender que sabía que él estaba a su lado. Y acto seguido, moría en sus brazos, mientras él gritaba y lloraba y pedía ayuda desesperadamente.

Abrió los ojos de golpe, bañados en lágrimas reales, y por una vez, se sintió infinitamente agradecido de haberse despertado. Cuando, después de convencerse de que no n iba a poder conciliar el sueño de nuevo, decidió levantarse, maldijo a aquella parte de su cerebro tan dada a exagerar desmedidamente en sueños, las certezas a las que llegaba en la vida real.