Roto

¿Qué demonios había pasado para que un día que tenía que haber propiciado acercamientos terminara tan mal? Primero, se sentaron en los dos lugares más opuestos; después, él midió muy mal las palabras para una broma que terminó en desencuentro, y cada intento por disculparse lo empeoró más; a continuación fue Ella quien, ya a la defensiva, malinterpretó lo que iba a ser un halago, y que quedó en otro momento más de tensión; pero lo peor fue verla derrumbarse y llorar, dos veces, y no poder acercarse a consolarla, a ofrecerle su hombro para que se desahogara, a abrazarla y decirle al oído que todo iba a salir bien. Tan solo pudo quedarse mirando en la distancia cómo otras personas ocupaban el lugar en el que debería haber estado él.

Estaba claro que algo estaba roto, entre ellos o en cada uno por su lado, pero su complicidad y su química se empezaban a atenuar. Y si se confirmaba, ya no sería cuestión de sacrificios o decisiones, sino de corazones que dejaban de esperarse, de ilusiones que se quedaban atrás. No podía sentirse más triste ante aquello, no podía imaginarse un peor final.