Fiesta

Quedaban dos días para una celebración que había esperado durante meses, una de aquellas fiestas de las de «mientras el cuerpo aguante» que tanto les gustaban a los dos. En fiestas como aquella era cuando Ella aparecía en toda su belleza y esplendor, y en las que terminaba relajándose al final y regalándole aquellos momentos de miradas, de caricias, de hacerle sentir tan especial. Los momentos que, aunque fuera por poco tiempo, hacían latir de nuevo su triturado corazón; momentos en los que reverdecían las ilusiones y la esperanza; momentos por los que todo el sufrimiento valía la pena; momentos en los que él se convencía de que realmente le importaba.

Solo se le escapaba un pequeño detalle de aquella fiesta, que iba a ser recordada durante años: él no había sido invitado.