Conversación

No podía creer lo que acababa de pasar: que, atenazada por el insomnio, Ella decidiera escribirle a horas intespectivas con un pretexto un tanto simple, ya estaba bien; que la conversación se hubiera ido alargando casi sin querer sin que ninguno fuera capaz de cortarla, era aún mejor; pero que Ella, de repente, sacara a relucir su picardía, su humor más «impertinente» y culminara verbalizando sentimientos tan sumamente profundos, aquello no tenía precio para él.

Posiblemente nada cambiaría, puede que incluso derivara en otra época de silencio continuo por Su parte, pero aquella noche, aquella conversación, aquellas imágenes en su cabeza, aquellos sueños no se los iba a quitar nadie.