Nada más encontrarse él ya notó Su gesto torcido, algo le pasaba. Pero, cuando la vio desfallecer, se olvidó de su propio entrenamiento, se olvidó de la gente alrededor, de que alguien lo notara, de las apariencias y del «qué dirán». Incluso se olvidó de la crítica que Ella le había hecho unos días atrás. Solo supo que Ella estaba en apuros, y que él tenía que ayudarla. Nada ni nadie, ni siquiera él mismo, podría impedirlo.
Su corazón podía estar hecho añicos, pero cuando daba un puñetazo en la mesa, la única opción era obedecer.