Era tan frustrante buscar incesantemente las palabras sin ser capaz de encontrarlas… Era cierto que se sentía más sereno, más controlado, pero no significaba que hubiera dejado de amarla ni un ápice, que no diera su mano derecha por pasar un rato con Ella. Por eso no comprendía por qué no era capaz de expresarlo.
Malditas palabras, que cobraban vida propia cuando les apetecía, y desaparecían cuando más las buscaba.