Pues no, no iba a dejar de escribir. No podía negar que quizás el efecto de su Refugio fuera contraproducente y le hiciera darle más vueltas a las cosas de las debidas. Pero había un hecho innegable, aquellas páginas digitales que nadie leería nunca hacían el papel del amigo, el apoyo, el confesor que él no tenía y tanto necesitaba. Y aunque lo tuviera, no sería capaz de decir nada que pudiera comprometerla a Ella, nunca lo había hecho.
Así que no, no iba a dejar de escribir, porque ni él más fuerte del mundo podría mantener dentro semejante carga. Y él era de todo menos fuerte.