Saber de antemano dónde estaría Ella y no encontrar la manera de acudir, aunque solo fuera por verla un minuto, era como querer ir a un concierto especial y encontrarse con todas las entradas agotadas: sí, podría seguir escuchando los discos, pero se perdería una oportunidad que ya nunca volvería.
Ya había renunciado a demasiado de Ella como para seguir perdiendo oportunidades, por pequeñas que fueran.