Empezaba a hacerse a la idea de que Ella no sería suya, al menos a medio plazo, y aquello dolía. Pero volver a disfrutar de su sonrisa, de su complicidad, de compartir una buena conversación y reír a carcajadas, de su mirada limpia y sonriente, era un buen premio de consolación y le aliviaba un poco.
Quizá un premio de consolación resultará insuficiente, pero era un premio al fin y al cabo.