No. No iba a haber aquellos café y licor pendientes; ni iba a haber más idas y venidas juntos al gimnasio; como tampoco iba a haber la conversación que él le había implorado. No iba a haber nada más, porque ya la conocía, y sabía lo que Ella sí iba a hacer: iba a encerrarse en su vida, en sus rutinas, y dejarle a él fuera. Como cada vez.
Ojalá él hubiera tenido la capacidad de hacer lo mismo.