Tuvo un sueño tan vívido que, al despertar, aún notaba el tacto de Su piel en los dedos, el olor de Su cuello en la nariz, y el dulce sabor de Sus labios en la boca.
Otro día más en que la pesadilla comenzaba al abrir los ojos, y no al cerrarlos.
Tuvo un sueño tan vívido que, al despertar, aún notaba el tacto de Su piel en los dedos, el olor de Su cuello en la nariz, y el dulce sabor de Sus labios en la boca.
Otro día más en que la pesadilla comenzaba al abrir los ojos, y no al cerrarlos.