Granizada

No lo había visto venir. Sí, llevaba unos días sintiéndose raro, pero lo achacaba al calor, al estrés, al sprint final antes de las vacaciones. Sin embargo, la negrura le cayó encima como una granizada de verano, sin avisar y destrozando todo a su paso con una violencia inusitada. El mazazo le dejó grogui, sin fuerzas, sin aire, sin saber qué hacer excepto aguantarse las ganas de llorar.

Y, encima, Ella se había vuelto a marchar sin despedirse. Otra vez.