Caminaba detrás de Ella, hablando de trivialidades con el resto del grupo, sin saber siquiera si estaba siguiendo la conversación: no podía despegar sus ojos de Su figura, del contoneo de Sus caderas, ni impedir que Su perfume inundara sus pulmones empujado por la brisa, ni dejar de escuchar Su voz por encima de las del resto.
Ella lo eclipsaba todo, Ella lo era todo.