Y, cuando menos se lo esperaba, apareció Ella. Volvió a sentirse como un adolescente, con el pulso acelerado, con la mirada descontrolada, con las palabras huyendo en todas direcciones en su cabeza.
Era estresante y agradable a partes iguales, porque siempre tenía la sensación de que no lograba demostrarle cuán importante era para él, pero al mismo tiempo le refrenaba el miedo de mostrarse demasiado… cercano.
Pensó durante un instante que realmente no la amaba a Ella, sino a lo que él sentía cuando ella estaba cerca, pero fue solo un momento: la amaba con toda la fuerza que el amor puede desatar en una persona.