Avergonzado

Sabía que estaría una temporada sin verla, pero no sentía la inquietud habitual. La última vez que se vieron el guardó más silencio del que debía, incluso rayando en la descortesía, y estaba avergonzado. Él, el amo y señor de las palabras, enmudecía cuando estaba a Su lado, como un quiceañero cualquiera. Así no había amor eterno que valiera.