Todo daba igual: los pesares, los desaires, los anhelos… Cuando estaba cerca de Ella sólo podía visualizarse paseando de Su mano al atardecer, riendo a carcajadas por cualquier tontería, acurrucándose en Su pecho a la hora de la siesta, dejando que Ella posara sus labios en los suyos.
Quizá, algún día. Quizá, en otra vida.