Fantaseaba con que sí pero, en realidad, no. No estaba preparado para decirle adiós, y se convenció en tan solo diez minutos.
El primer momento, al encontrarse con Ella, se quedó sin respiración, como siempre. En el siguiente minuto recordó lo dolorosamente bella que era. Y en los siguientes ocho minutos concentró todas sus esfuerzos en huir de su mirada, pues le asustaba por igual clavarse en sus ojos como descubrir que él ya no era su presa.
Así que no, no estaba preparado, y aún peor que cerciorarse de cuán largo y duro sería el camino, era el no saber de dónde demonios iba a sacar las fuerzas.