Soñar.
Soñar estaba bien, soñar impulsaba su corazón, soñar mantenía viva la esperanza. Pero al comprobar que, tras casi media vida soñando, cada día sus sueños se alejaban en vez de acercarse, no dudaba en cambiar esos sueños por una sonrisa, por una caricia, por un abrazo. Un beso, lo cambiaba todo por un beso.
Soñaba con un beso.
Y vuelta a empezar…