Inventaba mil excusas cada vez que le preguntaban por qué ya no escribía, pero el auténtico motivo era muy simple: no podía escribirle a quien él quería, y no quería escribirle a quien él podía.
Inventaba mil excusas cada vez que le preguntaban por qué ya no escribía, pero el auténtico motivo era muy simple: no podía escribirle a quien él quería, y no quería escribirle a quien él podía.