Con cada palabra que leía, un músculo de su cara se aflojaba y caía. Tardaría meses en volver a sonreír porque, no por muy esperada, era aquella respuesta menos dolorosa.
Con cada palabra que leía, un músculo de su cara se aflojaba y caía. Tardaría meses en volver a sonreír porque, no por muy esperada, era aquella respuesta menos dolorosa.